"Con ciertas personas vale más ser traicionado que desconfiar."
Arthur Schopenhauer
Creo que expliqué en otra página de este blog que a veces regresando de noche hacia el taller encuentro un montoncito de libros apilados al lado de un contenedor. Libros que alguien no necesita y desaloja de su librería para obtener más espacio para nuevas adquisiciones. Bueno esa es la conclusión a la que he llegado yo y me sirve para pasar inmediatamente a agacharme y revisar el género abandonado.
Hacía mucho que esto no pasaba, ya que la calle ha estado sumergida en unas faraónicas obras de canalización y remodelación durante varios meses. Y al volver de vacaciones y según la designación del departamento de obras públicas del Ayuntamiento de Barcelona ahora hemos pasado a ser una calle de "Prioridad Invertida". A falta de que alguien me aclare cual será mi papel como vecina de la calle a partir de ahora, he iniciado timidamente mis recorridos cotidianos como si tal cosa. Es decir "Del gimnasio a la Casa de Campo y de la Casa de Campo al gimnasio", ya que yo sigo siendo la misma Kid Tarao de siempre y la rutina laboral se ha instalado de nuevo en mi vida, y casi mejor que no le de más vueltas al tema..
A lo que iba. La otra noche regresando de ver "Mapa de los sonidos de Tokio", en los Verdi cercanos, y discutiendo sobre tiempos mejores de la Coixet, descubrí de pronto el montoncito.
Mi montoncito de libros pulcramente apilados al lado del contenedor, ahora incluso emplazado más cerca del taller. Ni que decir tiene que con lo pateticamente sentimental que soy me emocioné y todo.
Sin embargo el registro no produjo ninguna exclamación de verdadera sorpresa.
Yo me los hubiera llevado todos, aunque sólo fuera por mostrar de alguna manera mi agradecimiento. Pero francamente cargar con el segundo tomo de la "Praxis en el control evolutivo del neonato", y un manual sobre "La ecografía en Obstetricia y Ginecología" me detuvo a reconsiderar la cuestión.
Pero al lado, apartado y como si alguien antes que yo hubiera revisado el botín y lo hubiera desechado, había un pequeño volumen, discreto, pero con un título rotundo : "El Amor , las Mujeres , y la Muerte" de Arthur Schopenhauer.
Confieso que desde la otra noche su lectura me ha acompañado largas horas en la cama , ha seguido mis pasos preparando las tostadas y el café, secándome el pelo, poniendo lavadoras, pelando patatas y cebolla para la tortilla, en los entreactos de la plancha y regando los geranios, como un amante solícito y dispuesto.
Y ahí viene mi acto de contrición , Schopenhauer tendrá o no tendrá razón , será o no será un rematado pesimista, pasado tanto de vueltas que hasta parece optimista , será o no un recalcitrante misántropo , un misógino que tumba de espaldas, estará o no desfasado ...ahí cada cual ...pero yo siento que debo pedirle perdón de alguna manera.
Así que, Arthur, allí donde estés, perdóname por saltarme los capítulos dedicados a ti, aunque en mi descarga diré que hice lo mismo con otros muchos, pues no pasaba de los Presocráticos que ya sonaban en la tele de la cocina los acordes de "La Casa de la Pradera" y entonces sólo alcanzaba a comprender sobre el amor, las mujeres y la muerte, lo que me enseñaba Charles Ingalls .
Perdóname por dejarte miserablemente tirado algunas noches mientras duró nuestra relación , durmiendo sobre la alfombra de peluche de Cleo,Tete, Maripili, Pelusín, Colitas y Cuquín ,-alfombra que acompañó la cama de mi infancia, mi adolescencia y casi parte de mi vida adulta cuando regresaba a casa de mis padres- aguardando estoicamente, aplastado por Julio Verne, Lovecraft, Gustavo Adolfo Bécquer, Tintín y las Hermanas Brontë a la vez.
Perdóname por estampar contra el armario ropero de mi habitación el libro de filosofía cada vez que no entendía nada . Entonces era más ignorante que ahora, si cabe.
Perdóname por haberte olvidado luego.
Y perdóname por esos zarcillos gitanos que te dibujé con tinta indeleble debajo de esas dos patillas serranas que te lucías con tanta sobriedad.
Prometo no volver a hacerlo nunca más.